¿Qué actividades te hacen sentir más realizado? ¿En qué momentos te sientes más en armonía con tus valores más profundos? Estas son pistas que te guían hacia tu propia versión de Eudaimonia.
¿Qué significa ser verdaderamente feliz? No te hablo del placer pasajero de un helado en un día caluroso sino de una felicidad profunda y duradera. Vamos a acercarnos hasta la Antigua Grecia para conocer las enseñanzas sobre el tema de la mano de nuestro amigo y maestro Aristóteles.
Mucho más que felicidad superficial
La palabra «eudaimonia» se traduce a menudo como ‘»felicidad», pero es mucho más que eso. Para Aristóteles, la eudaimonia no era tanto un estado emocional sino más como una medida de cuán bien estás viviendo la vida, cuán plenamente estás llevando a cabo el potencial de tu humanidad.
Recuerda que en el Hedonismo ser feliz consiste en tener como objetivo principal maximizar el placer y minimizar el dolor. En cambio, ser feliz en un estado eudaimónico se encuentra más en vivir virtuosamente, en una vida de excelencia moral y personal. Esto no significa que el placer no tenga lugar sino que es una consecuencia, no el objetivo principal.
En tu vida puedes experimentar cómo los placeres más profundos y duraderos son los que surgen de una vida vivida de acuerdo con nuestras virtudes. Mientras que el hedonismo puede llevar a la gratificación a corto plazo, la eudaimonia te alinea con una felicidad más sostenible y significativa.
Entonces, ¿cómo alcanzamos esta eudaimonia? Aristóteles sostiene que a través de la práctica de virtudes como la valentía, la templanza y la justicia. Estas no son reglas rígidas, sino cualidades de carácter que se desarrollan con el tiempo y la reflexión. Por ejemplo, la valentía no es simplemente la ausencia de miedo, sino saber qué temer y cómo enfrentarlo apropiadamente.
Eudaimonia en la vida moderna
Vivir la eudaimonia en el mundo contemporáneo ofrece una perspectiva super interesante. En lugar de perseguir el éxito o el placer de manera aislada, te invita a buscar un propósito más profundo en tus acciones.
En el trabajo, esto podría significar buscar roles que no solo sean lucrativos, sino que también nos permitan crecer y contribuir al bienestar de otros.
En tus relaciones personales puedes cultivar cualidades como la empatía y la honestidad, en lugar de buscar solo satisfacción personal.
En ocasiones esto te puede parecer un lujo. Las prisas, el corre corre, no ayudan a vivir una vida en la que la que tener un comportamiento virtuoso sea algo que suceda de forma natural. Tampoco tiene muy buena crítica, no nos engañemos. El achispado, el buscavidas, el manipulador de toda la vida es el que más fama tiene de exitoso social y profesionalmente.
Pero la invitación va por otro lado. Creo que ya hemos experimentado que el «todo vale» al final no funciona del todo bien. Así que ¿por qué no probar a intentar llevar adelante tu vida diaria de otra manera? No será fácil pero es una guía para hacer las cosas diferentes y sobre todo para hacerlas más conectadas con lo que te hace verdaderamente humano.
Es entonces cuando la pregunta cambia. Ya no importa tanto el «¿Qué me hace feliz?», sino el «¿Qué me hace bien?«.
Algunas ideas para practicar la virtud
Autoreflexión y Autoconocimiento
Como siempre, el primer paso comienza con un viaje hacia el interior. Aristóteles enfatiza la importancia de conocerse a uno mismo y de entender cuáles son nuestras fortalezas y debilidades. Este proceso de autoreflexión es esencial para identificar qué virtudes debemos cultivar. Puedes comenzar manteniendo un diario, meditando o incluso a través de terapia, para profundizar en tu autoconocimiento.
Actos pequeños pero constantes
Este «hacer espacio a la virtud» en tu vida no se alcanza a través de grandes gestos, sino mediante la práctica constante en tus acciones cotidianas. Por ejemplo, puedes ejercitar la paciencia en situaciones de estrés comenzando por respirar hondo frente a un atasco, o mostrando generosidad al sonreír a alguien a quien no conoces de nada. ¿Te imaginas lo genial que seria poder mantener la integridad incluso en situaciones difíciles?.
Equilibrio y Moderación
Una de las enseñanzas clave de Aristóteles es la «doctrina del justo medio«, que sugiere que la virtud se encuentra en el equilibrio entre los extremos. Por ejemplo, el coraje se encuentra entre la cobardía y la temeridad. En la vida diaria, esto significa buscar el equilibrio en todas nuestras acciones y decisiones, desde nuestra dieta y ejercicio hasta la manera en que interactuamos con los demás.
La Comunidad y las Relaciones
Aristóteles también veía al ser humano como un «animal social». Esto significa que nuestras relaciones y nuestra participación en la comunidad son cruciales para alcanzar la eudaimonia. Fomenta relaciones saludables, participa en actividades comunitarias, y busca maneras de contribuir al bienestar de los demás (que es lo mismo que contribuir al tuyo propio)
Aprendizaje Continuo y Desarrollo Personal
Finalmente, la eudaimonia implica un compromiso con el aprendizaje y el crecimiento personal. Esto puede incluir la educación formal, pero también aprender de las experiencias de la vida, la lectura, el arte, y la exploración de nuevas ideas y habilidades.
Bibliografía para virtuosos amateurs
«Ética Nicomáquea» de Aristóteles. Edición y traducción de María Araujo y Julián Marías. Es la fuente primordial para entender la ética de Aristóteles.
«La Felicidad Humana» por Julián Marías. Un análisis accesible y profundo de la visión aristotélica de la felicidad y la virtud.
«Aristóteles: El deseo de saber» por Fernando Savater. Una introducción amena y clara a la filosofía de Aristóteles.
«Aristóteles y un Armario Lleno de Sorpresas» por Markus Hattstein. Un libro que presenta la filosofía de Aristóteles de manera divertida y comprensible para todos.
«La Ética de Aristóteles: Ética Nicomáquea» por José Ramón Ayllón. Una guía para comprender y aplicar las enseñanzas de la «Ética Nicomáquea» en la vida moderna.
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